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jueves, 27 de enero de 2011

los proactivos

 

Proactividad, ¿qué es?

Muchas personas están constantemente esperando que suceda algo o que alguien se haga cargo de ellas. Otras, en cambio, toman la iniciativa, emprenden la acción y hacen que las cosas sucedan. ¿Con qué modelo te sientes más identificada? Las personas que toman sus propias decisiones y no se supeditan a agentes o condicionamientos externos son aquellas que han desarrollado el hábito de la proactividad

Podemos ver oportunidades dondequiera
Como las abejas extraen miel de la más fuerte y seca de las hierbas, los proactivos solemos sacar ventaja y provecho de las circunstancias más extrañas. Sin importar las circunstancias, los proactivos vemos oportunidades en todo lugar. Entendemos que las oportunidades no se basan en la suerte o en la posición. Son el resultado de una actitud correcta. La oportunidad existe donde nosotros la buscamos.
Siempre decimos que sí, porque nunca les pasa nada a los que dicen no.
Creemos que hay oportunidades que esperan ser alcanzadas

Nos enfocamos en las soluciones
De igual manera, la persona con actitud positiva dedica su tiempo y atención a las soluciones, no a los problemas. Casi todas las personas pueden ver los problemas. Para ello no se requiere nada especial. Pero la persona positiva tiene su mente puesta en las soluciones, y ve una solución ante cada problema y una posibilidad en cada imposibilidad. En este mundo, la mayoría de las cosas dignas de hacerse habían sido declaradas imposibles antes de que fueran hechas


Primer hábito. Sea Proactivo.

La palabra proactividad significa que, somos responsables de nuestras propias vidas. Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan. En la palabra "responsabilidad", se encuentran las palabras «responder» y «habilidad»: habilidad para elegir la respuesta. Las personas muy proactivas reconocen esa responsabilidad. La persona proactiva toma la iniciativa y está alerta para influir en las soluciones.

Principios de la visión personal:

Mientras lee este libro, trate de hacer "autoconciencia", que es pensar en sus propios procesos de pensamiento distanciándose y examiando el modo en que se ve a sí mismo/a, haga este ejercicio:
  • Trate mirarse a sí mismo casi como si fuera otra persona.
  • Piense en el estado de ánimo en el que se encuentra.
  • ¿Cómo describiría su presente estado mental?
Piense ahora durante un minuto sobre cómo está trabajando su mente. ¿Es rápida y despierta? ¿Se siente dividido entre practicar este ejercicio mental y conjeturar lo que se pretende con él?
Gracias a la autoconciencia podemos ver el paradigma de nosotros mismos, que es el más fundamental para la efectividad. Afecta no sólo a nuestras actitudes y conductas, sino también al modo en que vemos a las otras personas. Se convierte en nuestro mapa de la naturaleza básica de la humanidad.

El espejo social:

Si la única visión que tenemos de nosotros mismos proviene del espejo social de las opiniones, percepciones y paradigmas de las personas que nos rodean, la concepción que tengamos de nosotros será por ejemplo como la imagen reflejada en los espejos deformantes. Vemos esalgunos ejemplos:
"Siempre te retrasas."" ¿Por qué no puedes mantener las cosas en orden?""¡Tienes que ser un artista!""¡Comes como un cerdo!""¡Me parece increíble que hayas ganado!""Esto es tan simple... ¿Por qué no lo comprendes?"
Estas imágenes están y carecen de proporción. A menudo son más proyecciones que reflejos: proyectan las preocupaciones y las debilidades de carácter de las personas en las que se originan, y no nos proporcionan un reflejo correcto de lo que somos.
Hay en realidad tres mapas sociales, tres teorías deterministas ampliamente aceptadas, que independientemente o en combinación, pretenden explicar la naturaleza del hombre. El determinismo genético, el determinismo psíquico y el determinismo ambiental. Todos estos mapas se basan en la teoría de estímulo/respuesta que solemos asociar con los experimentos de Pavlov. La idea básica es que estamos condicionados para responder de un modo particular a un estímulo concreto.


La "proactividad" definida: El primero y fundamental de los 7 hábitos.

Al describir los principios básicos de la naturaleza del hombre, Frankl trazó un mapa preciso de sí mismo, a partir del cual empezó a desarrollar el primero y fundamental hábito de las personas que, en cualquier medio, son altamente efectivas: el hábito de la proactividad.
La palabra proactividad significa que, somos responsables de nuestras propias vidas. Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan. Examinemos la palabra «responsabilidad», en la cual encontramos alusiones a las palabras «responder» y «habilidad»: habilidad para elegir la respuesta. Las personas muy proactivas reconocen esa responsabilidad.
Dado que por naturaleza somos proactivos, si nuestras vidas es-tan en función del condicionamiento y las condiciones, ello se debe a que, por decisión consciente o por omisión, elegimos otorgar a esas cosas el poder de controlarnos.
Las personas reactivas se ven a menudo afectadas por su ambiente físico. Si el tiempo es bueno, se sienten bien. Si no lo es, afecta a sus actitudes y su comportamiento, se ven también afectadas por el ambiente social, por el «clima social». Cuando se las trata bien, se sienten bien; cuando no las tratan bien, se vuelven defensivas o autoprotectoras. Las personas reactivas construyen sus vidas emocionales en torno a la conducta de los otros.
Las personas proactivas llevan consigo su propio clima. El hecho de que llueva o brille el sol no supone ninguna diferencia para ellas. Su fuerza impulsiva reside en los valores, y si su valor es hacer un trabajo de buena calidad, no depende de que haga buen tiempo o no. También las personas proactivas se ven influidas por los estímulos externos, sean físicos, sociales o psicológicos. Pero su respuesta a los estímulos, consciente o inconsciente, es una elección o respuesta basada en valores.
Como observó Eleanor Roosevelt: «Nadie puede herirte sin tu consentimiento». Y Gandhi dijo: «Ellos no pueden quitarnos nuestro autorrespeto si nosotros no se lo damos». Para empezar, lo que nos daña, mucho más que lo que nos sucede, es nuestro permiso, nuestro consentimiento a lo que nos sucede.
Lo que nos hiere o daña no es lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede.
Victor Frankl dice que hay tres valores fundamentales en la vida: el de la experiencia, o de lo que nos sucede; el creador, o de lo que aportamos a la existencia, y el actitudinal, o de nuestra respuesta en circunstancias difíciles, como por ejemplo en enfermedades terminales.
Mi propia experiencia confirma lo que sostiene Frankl, en el sentido de que el más alto de los tres valores es el actitudinal. En otras Palabras, lo que más importa es el modo en que respondemos a lo que experimentamos en la vida.

 

Tomar la iniciativa:

Nuestra naturaleza básica consiste en actuar, no en que se actúe sobre nosotros. Tomar la iniciativa significa reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.
Muchas personas esperan que suceda algo o que alguien se haga cargo de ellas. Pero las personas que llegan a ocupar los buenos puestos son las proactivas, aquellas que son soluciones para los problemas, y no problemas ellas mismas, que toman la iniciativa de hacer siempre lo que resulte necesario, congruente con principios correctos, y finalmente realizan la tarea.
Mantener a las personas en el curso de la responsabilidad no es humillante; es afirmativo. La proactividad forma parte de la naturaleza humana, y, aunque los músculos proactivos puedan encontrarse adormecidos, sin duda están en su lugar.
Desde luego, debe tenerse en cuenta el nivel de madurez del individuo. No podemos esperar una gran cooperación creativa de quienes se hallan en una profunda dependencia emocional. Pero por lo menos podemos afirmar su naturaleza básica y crear una atmósfera en la que las personas puedan aprovechar las oportunidades y resolver problemas, confiando cada vez más en sí mismas.

Actúe o deje que los demás actúen por usted. Estar alerta.

 

La diferencia entre las personas que toman la iniciativa y las que no lo hacen equivale literalmente a la diferencia entre el día y la noche. No estoy hablando de un 25 o 50 por ciento de efectividad; hablo de un 5000 por ciento de diferencia, en particular si esas personas son inteligentes, sensibles ante las necesidades de los demás y están siempre alerta.
Hace falta iniciativa para desarrollar los siete hábitos. Al estudiar los otros seis hábitos, el lector verá que cada uno de ellos depende de la iniciativa. Si espera que los demás actúen sobre usted, actuarán sobre usted. Y las consecuencias en cuanto al desarrollo y las oportunidades que tenga dependen de que se siga una u otra ruta, ruta que usted no marca.
Ante una crisis, las empresas se preguntan:
  • ¿Qué nos está sucediendo? ¿Cuál es la causa?.
  • ¿Qué nos va a pasar en el futuro?.
Las empresas deben tomar una actitud proactiva y preguntarse:
  • ¿Cuál es nuestra respuesta?
  • ¿Qué vamos a hacer nosotros!
  • ¿Cómo podemos nosotros tomar la iniciativa en esta situación?.
Ahora bien, ¿qué diría a todo esto una actitud reactiva?
  • "Oh, vamos". Afrontemos los hechos.
Las organizaciones de todo tipo (incluso las familias) pueden ser proactivos. Pueden combinar la creatividad y los recursos de los individuos proactivos para crear una cultura proactiva dentro de la organización. La organización no tiene por qué estar a merced del ambiente; puede tomar la iniciativa para llevar a la práctica los valores compartidos, y alcanzar los propósitos compartidos de todos los individuos implicados.

Escuchando nuestro lenguaje. Así es tu lenguaje, así es tu actitud.

Dado que nuestras actitudes y conductas fluyen de nuestros paradigmas, si las examinamos utilizando la autoconciencia, a menudo descubrimos en ellas la naturaleza de nuestros mapas interiors. Nuestro lenguaje, por ejemplo, es un indicador muy fiel del grado en que nos vemos como personas proactivas.
Las personas reactivas utilizan un lenguaje que las absuelve de responsabilidad.
"Ése soy yo. Yo soy así, eso es todo." No puedo hacer nada al respecto.
"No puedo hacerlo. No tengo tiempo." Me controla algo que está fuera de mí: el tiempo limitado.
"Si mi esposa fuera más paciente..." La conducta de algún otro está limitando mi efectividad.
"Tengo que hacerlo." Las circunstancias u otras personas me fuerzan a hacer lo que hago. No tengo la libertad de elegir mis propias acciones.
Ese lenguaje deriva de un paradigma básico determinista. Y en su espíritu está transferir la responsabilidad. No soy responsable, no Puedo elegir mi respuesta.
Lenguaje Reactivo
Lenguaje Proactivo
No puedo hacer nada
Yo soy así
Me vuelve loco
No lo permitirán
Tengo que hacer eso
No puedo.
Debo
Si...
Examinemos nuestras alternativas
Puedo optar por un enfoque distinto
Controlo mis sentimi
Puedo elaborar una exposición efectivaentos
Elegiré una respuesta adecuada
Elijo
Prefiero
Pase lo que pase
Veamos este ejemplo:
Una vez me preguntó un estudiante: «¿Me da permiso para faltar a clase? Tengo que viajar con el equipo de tenis».
- ¿Tienes que ir, o has elegido ir? —le pregunté.
- Realmente, tengo que hacerlo —exclamó.

¿Qué ocurrirá si no lo haces?
- Me sacarían del equipo.

- ¿Te gustaría eso?
-Claro que no.

- En otras palabras, tú eliges ir porque así te lo ordena la consecuencia de seguir en el equipo. ¿Qué sucederá si te pierdes mi clase?
- No lo sé.
-Piensa. ¿Cuáles crees que serían las consecuencias naturales de que faltaras a clase?
- ¿Usted no va a echarme, no es así?
- Ésa sería una consecuencia social. Sería artificial. Si tú no acompañas al equipo de tenis, no juegas. Eso es natural. Pero si no asistes a clase, ¿cuál sería la consecuencia natural?
- Supongo que no aprenderé.
- Exacto. De modo que tienes que sopesar esa consecuencia y la otra consecuencia, y elegir. Sé que si yo estuviera en tu caso, optaría por ir con el equipo. Pero no digas nunca que tienes que hacer algo.
- Entonces elijo irme con el equipo —respondió humildemente.

- ¿Y mi clase? —objeté a mi vez, con burlona incredulidad.
El problema del lenguaje reactivo es que la gente se siente cada vez más impotente y privada de su autocontrol, alejada de su vida y de su destino. Culpa a fuerzas externas —a otras personas, a las circunstancias, incluso a los astros— de su propia situación.
En un seminario en el que yo hablaba sobre el concepto de proactividad, un hombre dijo: «Stephen, me gusta lo que dice. Pero las situaciones difieren entre sí. Por ejemplo, mi matrimonio. Estoy realmente preocupado. A mi esposa y a mí ya no nos unen los antiguos sentimientos. Supongo que ya no la amo, y que ella ya no me ama a mí. ¿Qué puedo hacer?».
- ¿Ya no sienten nada uno por el otro? —pregunté.
- Así es. Y tenemos tres hijos, que realmente nos preocupan. ¿Usted qué sugiere?
- Ámela —le contesté.
- Pero le digo que ese sentimiento ya no existe entre nosotros.
- Ámela.
- No me entiende. El amor ha desaparecido.
- Entonces ámela. Si el sentimiento ha desaparecido, ésa es una buena razón para amarla.
- Pero, ¿cómo amar cuando uno no ama?
- Amar, querido amigo, es un verbo. El amor —el sentimiento— es el fruto de amar, el verbo. De modo que ámela. Sírvala. Sacrifíquese por ella. Escúchela. Comparta sus sentimientos. Apréciela. Apóyela. ¿Está dispuesto a hacerlo?
Si nuestros sentimientos controlan nuestras acciones, ello se debe a que hemos renunciado a nuestra responsabilidad y que permitimos que los sentimientos nos gobiernen.
Las personas proactivas hacen hincapié en el verbo amar. Amar es algo que se hace: los sacrificios que se hacen, la entrega de uno mismo, como una madre que pone un recién nacido en el mundo. Para estudiar el amor, hay que estudiar a quienes se sacrifican por los otros, incluso por personas que los hieren. Los padres tienen el ejemplo del amor que en ellos mismos despiertan los hijos por los que se sacrifican. El amor es un valor creado por medio de acciones amatorias.
Las personas proactivas subordinan los sentimientos a los valores. El amor, el sentimiento, puede recuperarse.

Círculo de preocupación / círculo de influencia

Para tomar más conciencia de nuestro propio grado de proactividad debemos examinar en qué invertimos nuestro tiempo y nuestra energía. Cada persona tiene una amplia gama de preocupaciones: la salud, los hijos, los problemas del trabajo, la deuda pública, etc... Podemos separarlas de las cosas con las que no tenemos ningún compromiso mental o emocional, creando un «círculo de preocupación».
Las personas proactivas centran sus esfuerzos en el círculo de influencia. Se dedican a las cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo. Su energía es positiva: se amplía y aumenta, lo cual conduce a la ampliación del círculo de influencia.
Por otra parte, las personas reactivas centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación. Su foco se sitúa en los defectos de otras personas, en los problemas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. La energía negativa generada por ese foco, combinada con la desatención de las áreas en las que se puede hacer algo, determina que su círculo de influencia se encoja.
Sólo cuando pasamos a trabajar en nuestro círculo de influencia, cuando nos centramos en nuestros propios paradigmas, empezamos a crear una energía positiva que nos cambia a nosotros. Trabajando sobre nosotros mismos en lugar de preocuparnos por las condiciones, pudemos influir en las condiciones.

 

 

Control directo, indirecto e inexistente

Los problemas a los que nos enfrentamos caen en una de tres áreas que se indican a continuación, es el enfoque proactivo el primer paso hacia la solución de los tres tipos de problemas siempre dentro de un círculo de influencia presente:
  • Área de control directo, que involucra nuestra propia conducta.
    • Se resuelven trabajando sobre nuestros hábitos. Están obviamente dentro de nuestro círculo de influencia y abarcan las "victorias privadas" de los hábitos 1, 2 y 3.
  • Área de control indirecto, que involucra la conducta de otras personas.
    • Se resuelven cambiando nuestros métodos de influencia (ej. empatía, persuasión, etc...). Son las "victorias públicas" de los hábitos 4, 5 y 6.
  • Área de inexistencia de control, con problemas sobre los cuales no podemos hacer nada.
    • Supone asumir la responsabilidad de modificar nuestras actitudes: sonreír, aceptar auténtica y pacíficamente esos problemas y aprender a vivir con ellos, aunque no nos gusten.
    • De este modo no les otorgamos el poder de controlarnos.
Sea que el problema que nos afecta implique control directo, indirecto o inexistente, está en nuestras manos dar el primer paso hacia la solución. Dentro de nuestro círculo de influencia están los cambios de nuestros hábitos, de nuestros métodos de influencia, y del modo en que vemos las dificultades que no controlamos.

Ampliando el círculo de influencia

Cuando comprendemos que al elegir nuestra respuesta a las circunstancias influimos poderosamente en nuestras circunstancias, cambiamos la naturaleza de los resultados.
Está en la naturaleza de las personas reactivas el quitarse toda responsabilidad. Es mucho más seguro decir "No soy responsable", porque si digo "Soy responsable", corro el riesgo de tener que decir "Soy irresponsable". La diferencia reside en la respuesta que eliges, en el hecho de concentrarse en el círculo de influencia.
Algunas personas creen que «proactivo» significa arrogante, agresivo o insensible; no se trata de eso en absoluto. Las personas proactivas no son arrogantes. Son listas, se mueven por valores, interpretan la realidad y saben lo que se necesita. Pensemos en Gandhi. Mientras que sus acusadores estaban en las cámaras legislativas criticándolo porque no se unía a su círculo de retórica condenatoria del imperio británico por el sometimiento del pueblo indio, Gandhi expandía su círculo de influencia entre los campesinos, silenciosa, lenta e imperceptiblemente. Una ola de apoyo, confianza y fe le seguía en los campos. Aunque no tenía ningún cargo ni posición política, por medio del ayuno y la persuasión moral finalmente puso a Inglaterra de rodillas, quebrando la dominación política impuesta a trescientos millones de personas con el poder de su círculo de influencia enormemente ampliado.

Los "tener" y los "ser"

Un modo de determinar cuál es nuestro círculo de preocupación consiste en distinguir los "tener" y los "ser".
El círculo de preocupación (-) está lleno de "tener" donde el foto está puesto fuera, el problema no está en nosotros. Este pensamiento es el problema ya que otorgamos el poder de controlarnos a lo que está ahí fuera. El paradigma del cambio es entonces "de afuera hacia adentro": lo que está afuera tiene que cambiar antes que cambiemos nosotros
  • "Me sentiré contento cuando tenga casa propia".
  • "Si tuviera un jefe que no fuera tan dictador..."
  • "Si tuviera una esposa más paciente..."
  • "Si tuviera un hijo más obediente..."
  • "Si ya tuviera mi título..."
  • "Si tuviera más tiempo para mí..."
El círculo de influencia (+) está lleno de "ser" donde el foco están en el carácter de la persona, donde el poder de cambio está dentro y depende de uno mismo. Este es el enfoque proactivo que consiste en cambiar de adentro hacia afuera: ser distinto, y de esta manera provocar un cambio positivo en lo que está allí afuera:
  • "Puedo ser más paciente"
  • "Puedo ser más sensato"
  • "Puedo ser más ariñoso".
  • "Puedo ser más ingenioso".
  • "Puedo ser más cooperativo".
Esta idea constituye para muchas personas un cambio dramático de paradigma. Es mucho más fácil culpar a los otros antes de reconocer nuestra propia situación de estancamiento. Pero somos responsables y tenemos la habilidad para respuonder, de controlar nuestras vidas y de influir poderosamente en nuestras circunstancias trabajando sobre el ser, sobre lo que somos.
Si realmente quiero mejorar la situación,puedo trabajar en lo único sobre lo que tengo control:
yo mismo.
Hay cosas, como el clima, que nunca estarán dentro de nuestro círculo de influencia. Pero una persona proactiva puede llevar dentro de sí su propio clima psíquico o social. Podemos ser felices y aceptar lo que está más allá de nuestro control, mientras centramos nuestros esfuerzos en las cosas que podemos controlar.

La otra punta del palo

Antes de cambiar totalmente el rumbo de nuestra vida, llevándolo al círculo de influencia, tenemos que considerar dos cosas de nuestro círculo de preocupación que merecen una consideración más profunda:
Las consecuencias.

Aunque somos libres para elegir nuestras acciones, no lo somos para elegir las consecuencias de esas acciones. Están fuera del círculo de influencia, en el círculo de preocupación. Podemos elegir pararnos en medio de la vía cuando un tren avanza velozmente hacia nosotros, Pero no podemos decidir qué sucederá cuando el tren nos atropelle.

Podemos optar por ser deshonestos en nuestros tratos comerciales. Si bien las consecuencias sociales de esa conducta dependerán mucho de que nos descubran o no, las consecuencias naturales para nuestro carácter básico serán un resultado determinado.
Somos libres para elegir nuestra respuesta en cualquier situación, pero al elegir también optamos por la consecuencia correspondiente.
"Cuando uno recoge una punta
del palo, también recoge la otra."
Nuestras elecciones tienen consecuencias que preferiríamos no padecer. Si pudiéramos elegir nuevamente, lo haríamos de otro modo. A esas elecciones las llamamos errores, y son la segunda cosa que merece una consideración más profunda.
Los errores.
El enfoque proactivo de un error consiste en reconocerlo instantáneamente, corregirlo y aprender de él. Esto literalmente convierte el fracaso en éxito.
"El éxito", dijo T. J. Watson, fundador de la IBM, «está en el lado
opuesto del fracaso".
Pero no reconocer un error, no corregirlo ni aprender de él, es un error de otro tipo. Por lo general sitúa a la persona en una senda de autojustificación, que a menudo implica la racionalización (mentiras racionales) destinadas a uno mismo y a los demás. Este segundo error, este encubrimiento, potencia el primero, le otorga una importancia desproporcionada, y causa en las personas un daño mucho más profundo.
No es lo que los otros hacen ni nuestros propios errores lo que más nos daña; es nuestra respuesta. Si perseguimos a la víbora venenosa que nos ha mordido, lo único que conseguiremos será provocar que el veneno se extienda por todo nuestro cuerpo. Es mucho mejor tornar medidas inmediatas para extraer el veneno.
Nuestra respuesta a cualquier error afecta a la calidad del momento siguiente. Es importante admitir y corregir de inmediato nuestros errores para que no tengan poder sobre el momento siguiente, lo que ayuda a que volvamos a tener el poder.

Comprometerse y mantener los compromisos

En el corazón mismo del círculo de influencia se encuentra nuestra aptitud para comprometernos y prometer, y para mantener esos compromisos y promesas. Los compromisos con nosotros mismos y con los demás y la integridad con que los mantenemos son la esencia de nuestra proactividad.
En el compromiso reside la esencia de nuestro crecimiento ya que es el que alimenta la conciencia de nosotros mismos gracias a la cual advertimos áreas de debilidad, áreas que hay que mejorar, áreas de talento que pueden desarrollarse, áreas que hay que cambiar o eliminar de nuestras vidas. Haciendo promesas, estableciendo metas y siéndoles fíeles, adquirimos la fuerza de carácter, el ser, que hace
posible todas las otras cosas positivas de nuestras vidas. Poco a poco nuestro honor para a ser más importante que nuestros estados de ánimo.
El poder de comprometernos con nosotros mismos y de mantener esos compromisos es la esencia del desarrollo de los hábitos básicos de la efectividad. El conocimiento, la capacidad y el deseo están dentro de nuestro control. Podemos trabajar sobre cualquiera de esos tres elementos para mejorar el equilibrio entre los tres. Al ampliarse el área de intersección, internalizamos más profundamente los principios en que se basan los hábitos, y adquirimos fuerza de carácter para avanzar de modo equilibrado hacia una progresiva efectividad en nuestras vidas.

Proactividad: el test de los treinta días

Es en los acontecimientos ordinarios de la vida cotidiana cuando desarrollamos la capacidad proactiva para hacer frente a las presiones de la vida. Así nos comprometemos y mantenemos los compromisos, así resolvemos un atasco de tráfico, así respondemos a un
cliente encolerizado o a un chico desobediente. Así vemos nuestros problemas y es allí donde concentramos
nuestras energías. Es el lenguaje que usamos.
Propuesta de Ejercicio
  • Intente durante treinta días trabajar sólo en un círculo de influencia.
    • Plantéese pequeños compromisos y manténgalos.
    • Sea una luz, no un juez.
    • Sea un modelo, no un crítico.
    • Sea una parte de la solución, no parte del problema.
    • No aduzca defectos de otras personas.
    • No aduzca sus propias debilidades.
    • Cuando cometa un error, admítalo, corríjalo y aprenda de él: inmediatamente.
    • No culpe ni acuse.
    • Trabaje sobre las cosas que controla.
    • Trabaje sobre usted. Sobre el ser.
    • Vea las debilidades de los otros con compasión, no acusadora-mente. La cuestión no reside en lo que ellos
      hacen o deberían hacer, sino en su propia respuesta a la situación y en lo que debe hacer usted.
    • Si empieza a pensar que el problema está «allí afuera», deténgase. Ese pensamiento es el problema.
Las personas que ejercitan día tras día su libertad la van ampliando poco a poco. Las personas que no lo hacen la ven debilitarse hasta que dejan de vivir y literalmente "son vividas". Actúan según los guiones escritos por los padres, los compañeros, la sociedad. Somos responsables de nuestra propia efectividad, de nuestra felicidad, y, en última instancia, diría que de la mayor parte de nuestras circunstancias.
Saber que somos responsables y que tenemos la "habilidad de respuesta", es fundamental para la efectividad y para todos los demás hábitos de efectividad que vamos a considerar.

http://www.youtube.com/watch?v=zpfa7Rh24O0&NR=1






8 comentarios:

Andres Prieto - Instructor Informatica dijo...

Companeros.

Muy Bien.

Recomendacion...

No utlizar tanta informacion...

Aprieto

los misioneros dijo...

bien chicos bastante proactivos y extendidos vacano

GRUPO DE EXITO dijo...

nosotras nos identificamos como personas de iniciativa , de tomar desiciones , de no esperar a que las cosas lleguen a nuestras manos si no de salir a buscarlas.

GESTION ADMINISTRATIVA dijo...

muy bien muchachos valio la pena la lucha

talentosos07 dijo...

si debemos tener mucha iniciativa tienen la razón asi creceremos como personas y le seremos de muybuena utilidad a los demás

DINAMICOS dijo...

que buen trabajo esta muy completo hay que seguir que apenas empezamos pa lante!!! muchachos

Triunfadoras dijo...

amigos le falta mas vida al blog pero esta super pero mucha informacion pero de todas maneras felicitaciones

DESAFIO dijo...

demasiado extenso

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